En el debate político de nuestro país se ha instaurado poco menos que como una costumbre el hecho de que los partidos reprochen a sus adversarios no lo perverso de su ideario sino justamente lo contrario, esto es, el incumplimiento de —cuando no la traición a— sus principios doctrinales básicos. Así, la izquierda lleva mucho tiempo declarando que lamenta profundamente que la derecha no se conduzca como una fuerza auténticamente liberal-conservadora y que, en lugar de ello, haya sustituido tan respetable convencimiento por una querencia de matriz cavernícola que la aproxima a la extrema derecha, cuando no hace que se confunda con ella. Otro gallo nos cantara, se nos dice, desde el punto de vista del buen funcionamiento de la esfera pública, si los responsables de la derecha abandonaran esos inquietantes coqueteos y se decidieran a comportarse como sus mejores homólogos europeos.
Cuerpo a tierra, que viene el futuro
Scritto il 28/04/2025
Los partidos políticos añoran hoy en sus rivales las mismas ideas y nombres que denostaron con dureza en el pasado