Kamala Harris ha hecho una campaña convencional, correcta, mientras Elon Musk compraba votos con una lotería diaria de un millón de dólares para animar a la gente a votar republicano

No, no hubo errores garrafales en la campaña de Kamala Harris ni el Partido Demócrata se ha vuelto más insensible aún a la clase trabajadora. Los subsidios y estímulos a los trabajadores han sido mucho mayores durante la Administración Biden que las implementadas por Barack Obama, pero lo que no hemos hecho es reconocer que la realidad se ha fragmentado y que ya nos orientamos más por percepciones que por hechos. Seguimos actuando como si la realidad aún fuera compartida. Mientras los demócratas siguen en El ala oeste de la Casa Blanca, los republicanos se han pasado al juego de House of Cards. Harris ha hecho una campaña convencional, a la antigua usanza, correcta, pero mientras iba llamando a la puerta casa por casa, Elon Musk, el racista más rico del mundo, compraba votos con una lotería diaria de un millón de dólares para animar a la gente a registrarse para votar republicano. Las viejas reglas de la Ciencia Política ya no sirven para evaluar el presente, decía esta semana Jennifer Piscopo. Podemos discutir holgadamente sobre primarias o la elección de las élites demócratas mientras el Partido Republicano se doblega a los excesos del próximo presidente, pero algunos medios de comunicación, y este es el segundo problema, empujados por sus propios intereses económicos, han presentado a ambos candidatos como si fueran equivalentes. Hasta The Washington Post ha perdido escandalosamente la pelea.

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